¡Adiós, Dios; que te vaya bonito!

¡Adiós, Dios; que te vaya bonito!

diumenge 07 d'agost 2016 - 15:45 a divendres 09 de març 2018 - 00:45

(En esta bonita imagen, se aprecia la Nada en toda su dimensión)

En el artículo anterior había dejado sin rematarla la cosa de una entidad omnisciente (un dios o por ahí, metido de cuatro patas en el inicio del Universo). Prosigongs.

Y para acabar de aclarar la cosa, no faltan los sostienen que el tiempo es demasiado complejo para ser estudiado por la ciencia (Ilya Prigogine). Menudo problemón tenemos con la cosa del Principio de Todo totalmente. Pero, bueno, consideremos el lado positivo de la cuestión: hace 1.000 años no sabíamos prácticamente nada del funcionamiento del Mundo. Ahora sabemos muchísimo, y tal vez dentro de otros 1.000 años (si es que no nos hemos auto-liquidado), tal vez esos misterios dejen de serlo. Quien no se consuela es porque no quiere, ¿no les parece? Con todo y con eso, se diría que Dios no ha trazado líneas rectas en su diseño, sino hileras de puntos (Carlo Rovelli).

 

Otra variante del asunto es la que mezcla Conciencia y Universo. No voy a meterme en ese patatal, pues la cosa está que arde. Solo una idea: hay quien dice que la conciencia es algo fundamental en la naturaleza, como la energía o la materia; y que tiene distintos grados de desarrollo y manifestación; esto es, que hasta las piedras tienen conciencia (Linde). La nuestra ocuparía un lugar indeterminado en esa gradación, aunque muy alto. Por lo que sería posible plantear una Conciencia híper dimensionada que habría pensado, creado y ordenado el Universo.

La cosa, por lo demás, suscita hipótesis para todos los gustos. Entiendo que la ciencia ofrece un camino más seguro que la religión para la búsqueda de Dios (Daves). O sea, por la ciencia hacia dios (y no por el Imperio hacia Dios). Una curiosa e interesante óptica que anuncia nuevas vías de exploración. Arrimando el hombro están los filósofos que señalan, en buena lógica, que la existencia de un dios creador de Todo no la puede estudiar la ciencia, ya que es un campo subjetivo. Ajeno a la ciencia por definición. Bastante tarea tiene la ciencia explorando la realidad real (sic).

Para Gamov, el término Creación no debe entenderse en el sentido de hacer algo de la Nada, sino más bien dar forma a algo que antes no la tenía; verbigracia: algo parecido a lo que nos dice la frase: La última creación de la moda parisina. ¿Qué tal? Esa visión se colocaría en la trinchera de los que opinan que el Universo no ha necesitado un ente omnipotente y eterno para existir. Por su parte, los creacionistas contraatacan señalando que ese ente es el que ha puesto en marcha el Gran Cacao, pues de lo contrario es incomprensible qué hacía la singularidad primera antes del Pedo, y porqué explosiona en un momento dado. No olvidemos que esa singularidad implica que en una región (sic) minúscula se concentraba toda la energía del Universo, sometida a una presión y temperatura inimaginables (Hawking). ¡Hay que joderse, mi brigada! Por opinar, que no quede. Ahí va nuestro querido físico Rovelli soltando su particular parida: Nuestro universo puede haber nacido de rebote de una fase anterior, tras pasar por una fase intermedia sin espacio ni tiempo. ¿Rebote? ¡Joder, qué manera más pintoresca de manifestar una ignorancia absoluta? ¿Fases intermedias sin espacio ni tiempo? Entonces, qué rebota y dónde. 

Y es que eso es muuuu difícil de entender, pero mucho de molt. Ítem más, los atrincherados en la postura racionalista, señalan que reducir la obra de un ente superior a apretar el botón que pone en marcha la mascletá universal es conferir su función y lugar en el Universo a “inaugurador”; como las madrinas de los barcos. Sea como sea, hay bastantes científicos que señalan que la visión atea del Universo solo puede postularse desde la teoría de los multiversos. La de una única y fundacional Gran Explosión que casa más con las teorías deístas. Eso me parece que ya lo he dicho antes a propósito de Linde.

En ciertos círculos más o menos espirituales se ha difundido con no poca complacencia el denominado teorema de Gödel, que demuestra la existencia de Dios. Gödel, un matemático checo, es también conocido por sus aportaciones a la lógica matemática, de la que es una de las autoridades del siglo XX. Pero también tenía su corazoncito filosófico-espiritual y le dio por estudiar un teorema lógico-matemático que apuntalara la teología y por ahí. Tras sesudos estudios, dio con la fórmula irrefutable que demostraba la existencia de Dios. Pero su teorema es complicado, poco elegante y muy polémico.

Para evitarles los farragosos pormenores de ese teorema, iré directo al grano crítico. Este humilde gusano servidor, entiende que el teorema de Gödel es una puesta al día del que en el siglo XII formuló San Anselmo, conocido como argumento ontológico de la existencia de Dios. Corto y raso: por definición, Dios ha de ser el que tenga todas las cualidades, virtudes y excelencias habidas y por haber, ¿correcto?; y en la lista de cualidades debe constar obligatoriamente la existencia; ergo, Dios existe. Bueno, la cosa es bien sencilla, siempre en mi miserable opinión: tanto el venerable Anselmo, como el sesudo Gödel parten de la base de que Dios existe antes de montar el tinglado lógico.

Creo recordar que algunas de las primeras canciones que oí en casa fueron las de Brassens. Lo cual me llevó a aprender francés para entender sus vitriólicas letras. Un icono de la rebeldía y el librepensamiento.

https://www.youtube.com/watch?v=-oUo80SSnoc

Comparteix-ho

Sobre l'autor

imatge de salmar2
Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
Segueix-me :

Altres entrades del autor