¿Cómo atravesar las nubes, caminando hacia el cielo, cuando nos creemos clima?
Dejarse llover, dejarse expandir y dejarse mover para ver. Pero nos sentimos nubes que se rozan y reaccionan des de fuera en busca de nuevos roces fugaces que equilibren la apariencia una y otra vez para disimular la brevedad y la superficialidad.
¿Para qué? ¿Hasta dónde hemos de llegar y ceder por alguien o algo? Me preguntas.
Entonces me paro, viajo a tus ojos para sentir ese mismo interrogante y compartir un no lo sé. Me sonríes y te sonrío, nos vemos sorprendidas, reflejadas por el sol. Seguimos siendo nubes, pero más transparentes.
¿Era ese el límite?
No debe ser tan difícil sentirse caricia... Vuelve a llamar la precitación del tiempo, pero espera: eres palpitación, ¡arrasa! Y con las dudas desdibujadas nos fuimos con la luna, vislumbrando una estrella que nos acogió en un baile entre la tierra y el cielo.
Los cuerpos se movían porque eran de la tierra y el cielo, me reveló el vientre primero. Siguiendo allí, sorprendida por una intensidad mayor en esa dialéctica aparentemente excluyente, el yo se convirtió en Todo y en él estabas también tú, y todos vosotros.
Se escurrieron las nubes, se me llenaron las dudas.
Surgió el SILENCIO y me abrazó la VIDA.