(En este bonito dibujo se ve nuestra galaxia, la ​Vía Láctea​, con la posición periférica de nuestro sistema Solar. Somos apenas una cagarruta de mosquito de una galaxia perdida en un Grupo local​ situado en el Sexto Pino de ningún sitio. Y eso es muy tranquilizador)

​La prueba más fehaciente de que existe vida inteligente en el Universo es que nadie ha intentado contactar con nosotros (B. Watterson).

Una frasecita tan brillante como cargada de mala leche. Meditemos.

Si tuviera que sintetizar en una sola frase la Cosa, diría que el Universo es increíblemente grande e increíblemente raro. Si de verdad se quiere entrar en el mundo de la fantasía, no lean novelas de ciencia-ficción, lean libros de cosmología (R. Emparán). Este prestigioso cosmólogo ha escrito un apreciable libro de divulgación, Iluminando el lado oscuro del universo. Un título pretencioso; y es que la luz necesaria para iluminar el lado oscuro sería gigantesca, y la factura de luz, astronómica. En estos casos conviene recordar que apenas empezamos a tener un conocimiento riguroso de lo que es y de lo que pasa por ahí fuera. Y lo que vemos/entendemos/intuimos no deja de sorprendernos, cuando no deprimidos.

Sabemos, a día de hoy, que la Cosa tuvo un principio hace unos 13.400 millones de tacos de nada. Y que le queda mucha vida por delante. Pero no sabemos si tendrá un final, del tipo contracción de la materia/energía hasta quedar reducido, de nuevo, a un punto infinitesimal. O al contrario, se expandirá hasta agotar toda la energía disponible (entropía), convirtiéndose en un universo muerto, sin movimiento. Intentaré dar noticia de este asunto más adelante.

No sé por dónde he planteado una de las preguntitas fundamentales: ¿Tiene sentido el Universo? ¡Menudo embrollo! Yo no tengo ni idea de si tiene o no sentido, y si obedece a un proyecto que discurre por determinados caminos. Además tendríamos que analizar si lo que nosotros entendemos por sentido es la única forma posible de sentido. Es decir, que tuviera un sentido que para nuestros caletres fuera un sinsentido, valga la redundancia. O que estuviera oculto para nosotros. Todo muy sencillo y comprensible, ya se va viendo.

Recordemos, por lo que resta, que desde san Einstein el espacio y el tiempo forman una unidad de destino en lo universal, como ya he dicho en algún sitio. A nosotros, pobres pecadores, nos parece que vamos en línea recta cuando andamos to recto p’adelante. Pues no, señor. Siempre vamos trazando curvas, y contra mayor es la fuerza de la gravedad, más viajamos en curva. Y miren si es bonita la cosa que podríamos viajar tan en curva, que esta podría cerrarse, por lo que saldríamos de un punto al mismo tiempo que llegamos al mismo punto, o incluso antes. Y es que también el tiempo se curvaría hasta hacerse cero patatero, o casi. El espacio no es como una especie de artefacto uniforme y lineal. Está todo lleno de baches.  ¿A qué se debe esta curvatura? A la presencia de materia; contra más materia concentrada, más curvatura del espacio. Y del tiempo. Se curva hasta extremos brutales en ciertas regiones, en las que se da una gigantesca concentración de materia y energía: los bujeros negros. Pero de ellos hablaré otro día, que hoy ya he liado bastante la Cosa.

Los dos próximos artículos los dedicaré a mostrar lo que sabemos de los bujeros negros y demás cosas que pululan por ahí. Será también un buen momento para rendir homenaje al astrofísico teórico Stephen Hawking, insigne bujerero, recientemente fallecido tras una vida de valiente lucha y superación.

Tras la disolución de los Beatles, George Harrison inició una brillante, pero corta, carrera en solitario.

https://www.youtube.com/watch?v=JNS_SUmCJm4