LA SEÑORA BOTELLA Y CATALUÑA

LA SEÑORA BOTELLA Y CATALUÑA

dijous 17 d'agost 2017 - 18:00 a dissabte 05 de desembre 3333 - 19:30
LA SEÑORA BOTELLA Y CATALUÑA

 

(En esta bonita foto se ve a un gorila​ en actitud meditabunda; es un gran simio como nosotros, y con el que compartimos papás hace unos 30 millones de tacos)

En el artículo anterior señalaba las grandes dificultades con las que topamos al estudiar nuestra genealogía como especie. Prosigons.

No obstante, no todo son inconvenientes, por supuesto, ya que están metidas de cuatro patas en el ajo varias disciplinas científicas: anatomía comparada, paleoantropología, paleogeología, paleontología, bioquímica evolutiva (genética evolutiva), arqueología, paleometeorología, paleobotánica, paleo-lo-que-sea… Un porrón de disciplinas asomadas al misterio de nuestros orígenes. Por ejemplo, gracias a la anatomía comparada y al análisis genético, la informática – con el Big data y los algoritmos- y demás prácticas experimentales, es posible que el descubrimiento de un solo diente permita reconstruir el cuerpo del tipo que lo poseyó. También qué comía y, por tanto, cuál era su nicho ecológico, y otros conocimientos que nos sorprenden a los legos. Conclusión semi general: en este resbaladizo asunto hay muchas zonas oscuras, pero poseemos unas buenas linternas para iluminar nuestros titubeantes pasos.

La primera en la frente: somos simios. Esto es, mamíferos cubiertos de pelo corto y sangre caliente, que se distinguen por tener cuatro patas, acabadas en cinco dedos, cabeza redondeada, con amplia cara, nariz pequeña y achatada, mandíbula ovalada, cocotera dimensionada, cuyas hembras maduran la cría en su vientre; y que, tras nacer, pasan una temporada amamantándola y socializándola.  Hay varios géneros de simios y diversas especies, y casi todos viven en las selvas tropicales y ecuatoriales sin dar golpe y comiendo fruta y lo que pillan a los guiris. Todos excepto el género homo, y ciertos homínidos, como los australopithecus. Esos bichos fueron abandonando la selva hace ¿7-6? millones de años para progresar y trabajar como una mula para poder pagar la hipoteca del luxury-loft (70 m2 construidos y vistas a la pared de enfrente), el monovolumen (coreano) y poder cenar en Navidad con la suegra y los simpáticos cuñados. ¡Todo un éxito evolutivo!

No pocos intelectuales se ofenden cuando la ciencia nos emparenta muy directamente –y de manera inequívoca- con animalicos del tipo chimpa o bonobo: eso afrenta su dignidad y su ego antropocéntrico Al parecer les indigna más eso que nuestro parentesco con Hitler o Pol Pot, mucho más estrecho a nivel de especie que el que tenemos con otros simios (Carl Sagan). Corolario: los profanos y demás ralea sueltan más paridas que la Ana Botella; sí, la mujer de Aznar. Con todo, hay una duda lacerante que comparto con la Mangulis, una investigadora que los tenía más gordos que el caballo de Espartero. ¿Estamos en condiciones de afirmar que una mujer que vive en China, trabajando onze horas al día (más traslados) por un sueldo de basura y que vive en un zulo para ratones es más digamos feliz que una sapiens-sapiens que vivió en una gruta del Cantábrico hace 25.000 años? Cambiemos feliz por satisfecha, tranquila, relajada, conformada, optimista… Dejo ahí la cosa, y que cada cual la responda según su saber y entender.

Insisto, pues la cosa es fundamental. Aunque ustedes no se lo crean, nosotros descendemos de un simio especial, pero no del simio en general. Aunque esa afirmación hay que matizarla, pues continuamos siendo simios, pero de una especie muy particular (Monod). Tampoco descendemos del mono, ya ven. Los monos son unos primates con cola que viven en los árboles de las selvas y no pagan impuestos (diferencia fundamental). De los monos nos separamos hace un porrón de millones de años (ante todo precisión). Los simios, que están en nuestra genealogía, no tienen cola y viven generalmente en tierra, aunque no hacen ascos a una siestecita en un árbol. Con todo, lo que nos diferencia de otros grandes simios actuales no es la diferente carrocería (anatomía), sino, y sobre todo, la olla, y lo que se cuece en ella: la mente razonadora, el pensamiento complejo, el simbólico, el lenguaje fonético infinito en forma y fondo, la abstracción (crear arte y tal)… Es incorrecto preguntar si descendemos o no los monos. En definitiva somos unos simios rarísimos, más raros que una boa en patinete. Unos tipos que en vez de vivir en la selva, como está mandado, viven en la Segarra, en Hong Kong o por ahí. Incluso hay tipos, como Jered Diamond, que no es tonto, que sostienen que solo somos la tercera especie de chimpancé. Lo cual a mí no me molesta. Mientras me den cacahuetes…

Eudald Carbonell, que encarna el ideal de paleoantropólogo que admiro: buena persona, buen profesional y buen divulgador, señala un hecho fundamental en la cosa. Hace unos 12-14 millones de años de nada, se consolidó un simio que empezó a darle protagonismo a sus manos para moverse por los árboles. No era una mano antropomorfa, por supuesto, pero ya movía los dedos, cogía cosas, despiojaba a la parentela… En fin, que hacía muchas cosas ¡y más que haría en un futuro! Tal vez ese bicho fue un primo de la pliobates cataloniae, recientemente descubierta. Andaba por Cataluña, que esas fechas no era una nación.

Pachelbel fue un compositor alemán anterior a Bach, que nos dejó algunas piezas memorables.

https://www.youtube.com/watch?v=JvNQLJ1_HQ0

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Sobre l'autor

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Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
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