No se engañen, sus abuelitos eran marcianos

No se engañen, sus abuelitos eran marcianos

dissabte 07 de gener 2017 - 17:15 a dissabte 20 d'agost 2512 - 07:30
No se engañen, sus abuelitos eran marcianos

 

(En este bonito dibujo se representa el origen extraterrestre, en forma de aminoácidos y tal, de la vida en la Tierra)

Habíamos dejado la cosa que en los primeros 3.000 millones de años de nada, la Vida estuvo muy achuchada y apenas superaba la dimensión celular. Sin embargo, esos bichos eran eucariotas, con su núcleo, su citoplasma, su ADN y su tal. Y eso fue fundamental para poder construir órganos pluricelulares complejos y diversos. Pero la explosión de la Vida, en diversidad y en complejidad se dio hace unos 500 milloncejos de años; casi nada en términos geológicos. Continuongs.

Hagamos un inciso para repasar  ciertas visiones alternativas a la aparición de la Vida, como es el caso de su llegada a la Tierra desde fuera de ella. En mi opinión, es harto improbable (en el sentido matemático-probabilístico), que unos cuantos meteoritos procedentes del Sexto Pino, con una carga de aminoácidos y proteínas pudieran abrirse paso hacia la vida: se precisaron billones de billones de ensayos antes de que los primeros bichos unicelulares cantaran ¡bingo! En 1969, cayó en un pueblo de Australia un pedrusco que contenía aminoácidos, la base de la vida terrestre, recuerdo. De esta manera, la vida en la Tierra tendría un origen extraterrestre, transportada por un porrón de pedruscos cósmicos. Yo me pregunto, desde la humildad que me caracteriza, si esos aminoácidos se produjeron en un sexto pino sideral, ¿por qué no podían producirse también en la Tierra? Entre los aminoácidos destacaría el ARN –ácido ribonucleico-, que ya incluiría un código genético arcaico y tosco.

El segundo paso sería la formación de proteínas a partir de largas series de aminoácidos –entre ellos ya el ADN-, que por supuesto incluirían códigos genéticos de reproducción y crecimiento. O como dice ​López-Otín​, dos moléculas orgánicas complejas que se unen en espiral y codifican y transmiten información y órdenes. Eas son las bases de la vida, la linde entre lo inerte y lo vivo, los ladrillos con los que se construye la vida.   Y a partir de ahí, se produce el fabuloso salto que da lugar a los primeros organismo vivos. Pero ese fabuloso salto todavía no se ha podido reproducir: cómo las biomoléculas empiezan a organizarse en bichos unicelulares simplicísimos, que ni siquiera tenían núcleo. Aunque la bronca no acaba ahí, ni por asomo.

La teoría de la panspermia –difusión por el Universo de la vida mediante mensajeros-pedruscos- tiene su público; sobre todo desde que los biólogos han puesto en duda la aparición natural de la vida en la Tierra: se ve que no se daban las condiciones necesarias en la biosfera primitiva, dicen. Pero la cosa viene de lejos: en el siglo V aC. el filósofo Anaxágoras, ya defendió que la vida había llegado del espacio, y que aquí había encontrado las condiciones idóneas para su crecimiento y dispersión (Pierre Barthélemy). Es la hipótesis o conjetura que yo denomino, con un punto de sarcasmo,  marcianogénesis. Y les hago sabedores de la gran cantidad de grupos de pirados de todo tipo que sostienen sin que se les mueva el flequillo que la vida en la Tierra la plantaron unos tíos que venían del Quinto Carajo. Aquí ya se da un salto cualitativo: ya no son unos pedruscos alelados los que traen la vida primigenia a la Tierra; y que aquí se desarrolla a trancas y barrancas. Nada de eso. La han traído unos tipos súper avanzados, que como no tenían nada mejor que hacer, se dedicaron a sembrar la vida en vaya usted a saber cuántos planetas; el nuestro incluido.

Más bronca: la sonda europea Giotto atravesó hace años la cola del cometa Halley, y detectó abundante materia orgánica. La polémica continúa, aunque en mi opinión la cosa no es tan relevante como se podría deducir a primera vista: que la vida venga de las chimbambas siderales o de los charcos o las fumarolas submarinas terrestres, no altera mucho la cosa: la vida aparece de la materia inerte, aquí o allá o, si me apuran, acullá. Sí, ya sé: estamos interesados en saber si también hay vida en otros sitios del Universo. Pero considero que a día de hoy ese interés es, o debería ser, secundario.

 

Janes Joplin fue uno de los emblemas de la revolución hippie y la psicodelia. Con su voz inconfundiblemente ronca llegaba con facilidad a los sueños de una juventud desinhibida y auto-engañada. Las drogas y el alcohol a grifo abierto, la llevaron pronto al otro barrio. Ya saben: Vive rápido, muere joven y deja un bonito cadáver.

https://www.youtube.com/watch?v=I5yjXBOJpnU

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Sobre l'autor

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Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
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