¿Saben dónde se celebró el primer Aplec del Cargol?
(En este bonito mapa se observa la falla/valle del Rift, y los lugares en los que se han encontrado tipos antecesores del género homo, de los humanos. Los humanos engloban unas cuantas especies de las cuales la nuestra es la única que subsiste. Pero todos somos humanos, del hábilis (dos millones largos de tacos) al vecino del 1º 2ª (¡quién lo diría!), todos somos humanos. Como se ve en el mapa, entre nuestros ancestros homínidos aparecen en esas zonas los ardipithecus, y como descendientes de estos, los australopithecus; siendo el africanus nuestro casi seguro ascendiente directo. Observen que todos, excepto el homínido de Toumaï, se sitúan en la zona Centro-Este de África. Ahí va mi conjetura: unos tipos llamados ardipithecus kadabba, ciertas poblaciones de ellos, desembocaron por evolución en los australopithecus africanos. A su vez, alguna población de estos produjo también por evolución evolutiva al primer homo: hábilis. ¿Qué cuántos bichos siguieron esa línea evolutiva? Menos de seiscientos y más de cien. Hay otros candidatos a tatarabuelos nuestros, pero yo me mantengo en mis trece. Y si non e vero, e ben trovato).
En el artículo anterior había dejado la cosa en unos tipos que vivieron hace 6 milloncejos de años más o menos o menos que más; y que pueden considerarse nuestra raíz; en un momento que ya habíamos abandonado a los antecesores de los chimpas. Los ardipithecus kadabba que acabo de mencionar son los más seguros candidatos; y parece que ya iban erguidos, aunque posiblemente no siempre. Y ha sido la paleogenética la que ha despejado bastantes dudas respecto a nuestros ancestros más directos anteriores al primer homo. Cuidado: todavía faltaban más de 4 millones de años o por ahí para que asomáramos la nariz los homos. Entre los 7 y los 2 y pico millones de años se afirmaron un porrón de especies de homínidos ¿Vamos bien? Una de ellas dio lugar al primer homo, al primer humano. Fijo. Otro cuidado: por aquellas faustas épocas y aquellos no menos faustos lugares, pululaban mogollón de especies de bichos candidatos a ser nuestros ancestros ancestrales. Insisto: con unos 200-500 tipos con ventajas evolutivas debidas a mutaciones azarosas, se puede ir montando una nueva especie como Dios manda.
Pero ajustemos más la lente. ¿Por qué causas aparecen tantas especies de homínidos? Tipos con posibilidades de derivar en humanos: andan ergidos, o casi, y tienen cierto nivel de caletre y una asombrosa habilidad con las manos.: homínidos con un brillo especial en la mirada. Una explosión de especies como no se volverá a ver; y todas extinguidas, por supuesto. ¿Cómo aparecen y por dónde aparecen?
El estado actual de la cuestión de la cosa apunta a lo siguiente: hace unos 30 millones de años empezó a surgir la gran falla/valle y elevación del Rift, una enorme fractura geológica en escalón (casi 5.000 km de nordeste a sudeste), que dividió África Tropical y Ecuatorial en dos grandes regiones separadas por ese muro. El territorio al oeste del Rift, el que mira hacia el Atlántico, continuó bajo la influencia de las borrascas atlánticas, por lo que se mantuvieron los ricos y húmedos ecosistemas selváticos, y a todos los simios arborícolas, que se ponían morados de plátanos y piñas coladas y no daban palo al agua. Pero, debido a la acción pantalla de la gigantesca falla, el territorio que quedó al Este de ella – el llamado East Side History- se fue haciendo cada vez más árido y seco: las borrascas atlánticas chocaban con el Rift y no podían descargar la benéfica lluvia en la zona oriental. Tampoco llegaba mucha agua que digamos del océano Índico, que era la frontera marítima por el Este. Y en esa amplia franja vertical de África Oriental entre el Rift y el Índico se halla nuestra cuna. Fijo. Conclusión general: ecosistemas cada vez más secos, con menos bosque o bosques claros, sabanas y demás. La fauna tuvo que espabilarse para sobrevivir a las nuevas y drásticas condiciones; de lo contrario, extinción al canto. Esa contrastada diferencia se agudizó hace unos 7 millones de años, al elevarse aún más la falla.
Este hecho aumentó la aridez de la zona oriental, y modificó para siempre jamás nuestra línea evolutiva. Vamos a ver si lo explico bien: si no hubiera existido esa zona oriental seca y áspera del Este del Rift, sobre todo en sus zonas del central y el sudeste, hubiéramos continuado en modo selva, y posiblemente nosotros no estaríamos aquí, sino encima de un cocotero degustando daiquiris. Nuestros abuelitos pre-humanos no hubieran tenido necesidad de buscarse la vida fuera de las selvas, erguirse y demás. Lo dicho, piñas coladas y siestas a la sombra. Casi todos los especialistas aceptan esa teoría. Coppens reafirma esa visión: si no se hubiera producido ese gigantesco movimiento tectónico, y el cambio climático que causó, seguramente continuaríamos comiendo bananas colgados de frondosos árboles. Sin dar palo al agua ni tener que celebrar la Nochebuena con los cuñados y la suegra. La gigantesca muralla del Rift sería la responsable de la gran división entre los grandes simios, que prosperan en las selvas del territorio ecuato-occidentales de África, y los que se quedan colgados y resecados en las zonas a Oriente. Entre estos últimos, que pasaban más hambre que un maestro escuela, está el inicio de nuestro linaje. Estos homínidos, a su vez, se dividirán en dos grandes géneros: ardipithecus y australopithecus. Insisto: nosotros somos herederos en ambos géneros. Amén.
Goran Bregovic es especialista en lecturas contemporáneas (y tronadas) de la música tradicional balcánica.
