Siempre me dije que las cosas no serían fáciles, ni las preguntas sencillas

Siempre me dije que las cosas no serían fáciles, ni las preguntas sencillas

divendres 02 de setembre 2016 - 17:45 a diumenge 09 de setembre 3500 - 00:45

Nota previa.- No sé adónde carajo se ha ido mi blog de Astrofísica, tal vez ha despegado en pos de las puertas de Orión. Asines que en este, aunque se enmarque en el de Evolución, es de Astrofísica. (El cambio de imagen lo identificará).

 

https://www.youtube.com/watch?v=7WqeuHHSPPM

(En este bonito vídeo se explica muy claramente la cosa milagrosa de la aparición de la materia. Fastuoso evento donde los haya).

Las leyes de la naturaleza nos dicen cómo se comporta el Universo pero no responden a las preguntas del “por qué”: ¿Por qué hay algo en lugar de no haber nada; ¿por qué existimos?; ¿por qué este conjunto particular de leyes y no otro? (Hawking).

(El astuto físico pone las cosas en su sitio y constata que, en realidad, tenemos muchas más preguntas que respuestas. Y cuando encontramos una respuesta, aparecen más preguntas).

Habíamos dejado la cosa en que las demostraciones de la existencia de un Creador aplicando métodos científico-lógicos eran falsas. Hay otra manera, esta sí verificable, de generar materia de la “Nada”, sin que tenga que intervenir un Supremo Arquitecto. Arreando, que es gerundio. (Por cierto, estamos en septiembre y todavía hace un calor de te giñes, lorito. Ya empezamos a notar, y cómo, el bonito cambio climático). ¡Ay, Señor, sácame pronto de este Sidral!

Los que estén al tanto de las novedades científicas sabrán que se ha detectado experimentalmente, pero indirectamente, el bosón (una partícula infinitesimal) que otorga masa (chicha, en términos científicos) a entes-partículas que carecen de ella, y más raras que un perro verde. Exóticas, las llaman los científicos, con lo cual se pone de manifiesto, por enésima vez, que el lenguaje es el notario de nuestra ignorancia. La cosa va de que una milmillonésima de segundo después del Gran Pedo, en un estado de nebulosa con partículas sin materia expandiéndose como locas, apareció el campo de Higgs, y sus bosones asociados, para dar materia a aquellas partículas que cumplían ciertas condiciones. Si ese proceso no es magia Borrás, ¿qué lo será? Con razón se le ha llamado a ese bicho La partícula divina. El nombre laico hace honor a su descubridor: Peter Higgs. El bosón de Higgs, por tanto; que se manifiesta en su propio campo. Anem bé?

La cosa tiene su misterio y su abracadabra: ¿de dónde saca el bosón la masa, para regalarla tan alegremente; de una cierta energía? Y de ser así, ¿cuál es el mecanismo de conversión? Quien encuentre un solo aspecto del asunto que no derive en interrogantes, tiene pagado un jintónico de Bombay Star (con almendras tostadas).

Bueno, ha llegado la hora de definir mi postura ante la cosa de la divinidad divina y tal. Con la venia de la autoridad competente, milito en Corea de en Medio: agnóstico. Actitud que recibe la bronca de teístas y ateístas, pues se considera una visión acomodaticia, un no mojarse. De echar pelotas fuera, si se me permite el símil deportivo. La carencia de fe combinada con el ansia viva de trascender a la muerte y vivir en un lugar en el que no haya que pagar impuestos, un suponer, es la base del agnosticismo. No sé quién dijo esta interesante sentencia: un agnóstico es un ateo acojonado. Por supuesto que existe miedo a lo que pueda haber al otro lado –si es que hay otro lado-. O al menos inquietud y desasosiego. Quien diga lo contrario miente, o tiene la mente continuamente ocupada –a propósito- en actividades que le impiden pensar en las postreras cuestiones. El gran poeta alemán Friedrick Hölderlin dejó la cosa sentencia per secula secolorum, o al menos así lo pienso yo: Un signo indescifrado somos. Y lo que te rondaré, morena.  

Conclusión general o finis coronat pugna. Me parece absurdo y estéril  indagar mediante la lógica racional o la investigación científica algo que de estar, está absolutamente alejado y al margen de nuestros pobres instrumentos de conocimiento. Ciencia y creencia continúan siendo antagónicas. Sin embargo, con frecuencia aparecen en escena juntas y eso provoca daños frontales, laterales y colaterales. Oración, despedida, cantos de ritual, bajada de bandera y cierre.

Quienes hayan tenido el supremo placer de ver Feliz Navidad, mister Lawrence, una obra maestra de Nagisa Oshima, pudieron oír una no menos magistral banda sonora, creada por Ryuichi Sakamoto. Brutal. En mi opinión, la mejor banda sonora de todos los tiempos temporales. La expresión sublime de la desesperanza y fatalismo de la cultura nipona, ni más ni menos. Por lo demás, es una pena que en España esta genial película pasara como una historia de homosexuales, cuando su verdadero contenido es la confrontación entre la civilización occidental y la oriental. Los que no la hayan visto, deben hacerlo sin falta.

 https://www.youtube.com/watch?v=C0NEFLLkwTI

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Sobre l'autor

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Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
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