(En este bonito vídeo se recrea la Tierra primitiva. Un auténtico asco).

Muy buenas, ¿cómo va la playa, ya están cocidos? Me alegro. Dejamos la cosa en que la Vida en la Tierra es muy compleja, azarosa y muy difícil de producir artificialmente. ¡Avanti popolo!

Más aún. Si no existiese el átomo de carbono capaz de unirse con otros en largas cadenas, no existiría vida en la Tierra, o por lo menos, tal como la conocemos. Si los átomos no tuviesen la particularidad de compartir electrones, no existirían las moléculas y por lo tanto, no habría ni un soplo de vida, ni de esta ni de ninguna otra. Ya he dicho por no sé dónde que algunos  científicos definen a los humanos (y a la mayoría de los bichos) como unidades autónomas de carbono. ¡Porca miseria!

No hace tanto, un tipo llamado Venter –con pasta gansa para financiar costosos experimentos- y el premio Nobel  de medicina Smith, han logrado crear una bacteria muy elemental, la más elemental que existe, pero capaz de reproducirse y pasearse por ahí. El bicho es unicelular, por supuesto, y está compuesto de unos miserables 473 genes. Pero la cosa tiene su pero: este bicho es producto de un genoma diseñado en un laboratorio, que se trasplanta después a una célula vaciada de todo su contenido genético (Nuño Domínguez). Una especie de Frankenstein que necesita de vida previa para poder nacer. Sea como sea, el evento es importantísimo, y con efectos multiplicadores. Últimas noticias: a principios de 2016 se supo que esos mismos tipos sí que habían conseguido producir un bicho que se auto-reproducía. Pero hay trampa: para producir este bicho auto-replicante hay que utilizar previamente el ADN de una célula viva.

No obstante, también nos conduce a una inquietante perspectiva, que abre una puerta desconocida: la de la manipulación genética de todo bicho viviente. Y eso es tan esperanzador como inquietante. Del lado esperanzador se otea la fabricación de organismo que actúen como fármacos, o que liberen combustible a precios irrisorios. La parte inquietante vendría de la guerra bacteriológica, o de la implantación en nuestras seseras de paratos que modificaran nuestra conducta o nuestra forma de pensar a conveniencia de los que ya detentan el poder mundial del Mundo. Así que…  

Eso, aunque de otra manera, ya lo defendía Aristóteles hace un porrón de años. Pero él echaba mano de lo que llamó generación espontánea; es decir: que la vida surge de la materia inerte a lo bruto y sin transbordo. Hoy sabemos, gracias a la biología molecular y tal, que la cosa es más compleja y retorcida. Y si es tan fácil crear aminoácidos, ¿por qué cuesta tanto producir seres vivos unicelulares completos, con su núcleo, su citoplasma, su membrana, su ADN y su cosa?, se preguntarán algunos.

Muy sencillo: para producir células completas procariotas, que son organismos complejos aunque no lo parezca, se requerirían unos billones de billoncejos de experimentos como el de Miller, en un laboratorio que tuviera, al menos unas cuantas decenas de millones de kilómetros cuadrados en condiciones globales especiales, que reprodujeran las de la Tierra hace tres mil millones de años, con su atmosfera, sus suelos, sus aguas y sus cosas. En esos momentos, nuestro planeta era inhabitable para nosotros: sin oxígeno (fueron los primeros bichos los que crearon este gas en abundancia), con mucho amoniaco y metano. Una atmósfera ideal para producir aminoácidos en un medio acuoso; los fundamentos de la auto-replicación. Conclusión general y aviso de creacionistas: la vida surgió en la Tierra tras billones de billones de ensayos y combinaciones sin éxito entre moléculas prebióticas (proteínas, aminoácidos, ARN suelto por ahí).

¡Ah!, y esperar a que en unos seiscientos millones de años de nada surgiera un bicho moviéndose con descaro por entre aguas mierdosas. Sea como sea, lo cierto es que actualmente no estamos en condiciones de repetir el inicio de la evolución biológica en el que moléculas complejas de un determinado tamaño empiezan a reproducirse (Chudnosvky). Pero ese paso se produjo sin duda alguna. ¿Por qué nosotros no podemos reproducir el evento y la Naturaleza sí lo hizo). Muy sencillo: ésta tuvo miles de millones de años, decenas de kilómetros cuadrados, y billones de billones de billones de combinaciones entre moléculas de elementos naturales -hidrógeno, nitrógeno, carbono, azufre, magnesio…- para dar el prodigioso salto de la materia inerte a los bichos vivientes. Pero la cosa no está resuelta, ni de lejos. Todavía es motivo de especulación la aparición del agua en la Tierra, y su abundancia. Ya sabemos que sin ella en nuestro planeta no habría la vida actual, ya que esta se inició en el protector medio acuoso, y putrefacto, añado.

Ahora que me acuerdo: todos los bichos vivos tenemos las mismas bases de ADN, el genoma, el libro de instrucciones. Pero se mezclan (barajan) de manera distinta en cada especie; y el orden en que aparecen los genes es diferente. La información es la forma de combinarse. A que es bonito. Además, no todos los genes se expresan en todas las especies. ¿Cuántas combinaciones posibles hay de las bases del ADN, que forman los genes? Los científicos han precisado su número: un porronazo.

Los hermanos Gallagher, amén de ser unos maleducados y unos cretinos, también hacían música en los 90. Compusieron una sola canción, que versionaron de distintas maneras. Bueno, compusieron dos. Esta es la segunda: