Cartes al director
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Respeto
Voy a hablarles de Pili. Como podría hablarles de Joana, o de Mary o de muchísimas otras mujeres, autónomas y luchadoras. Pili tiene una peluquería. Antes trabajaba en otra, pero con la crisis la echaron. Como a tantas. Es madre y con una hipoteca por pagar. Así que se hizo autónoma y abrió su propia peluquería. Y lo hizo en un barrio donde el nivel económico de sus vecinos no es muy elevado, por lo que tiene que ajustar precios al máximo posible, lo que le impide contratar a alguien que le eche una mano ya que la cosa no da más de sí…
Pero, además, se implica para que su barrio mejore y sus vecinos vivan lo mejor posible.
Así que Pili, autónoma, madre y luchadora no va a hacer una huelga “feminista, anticapitalista y que planta cara al orden patriarcal, racista, capitalista y depredador con el medio ambiente”. Ni va a hacer una huelga de consumo. Ella no puede permitirse cerrar su peluquería ni unas horas ni unos días. Ni puede permitirse que alguien decida por ella e incite a las demás a que no vayan a arreglarse el pelo ese día. El día 8, Pili dejará de ingresar un dinero que no puede permitirse dejar de ingresar. Y como ella, muchísimas otras mujeres, autónomas y luchadoras.
Mujeres que se merecen un profundo respeto, aunque disientan de lo políticamente correcto y no secunden una huelga llena de consignas dogmáticas. Hay muchas formas de luchar por la igualdad de las mujeres. Pero por encima de todo, lo primero que se necesita es respeto. Respeto a quien haga huelga. También a quien no.