(En esta bonita foto se ve a un grupo de pirados de la New age en modo adoradores del Sol y amantes de los cavernícolas. Entre otras sabias ideas, sostienen que los humanos ancestrales vivían en comunión con la Naturaleza y solo comían rábanos y calçots al caliu. Angelitos).

Antes de proseguir por la senda humana, no estará de más detenerse en el hecho, frecuentemente ignorado, de que somos máquinas muy complejas; con un porrón de funciones-órganos, un cerebro complicadísimo y mil y una reacciones metabólicas, descargas eléctricas y demás Esa complejidad tiene dos caras. La positiva es que nos ha llevado hasta aquí, como especie dominante; cosa que es seguro que no será jamás la medusa o el percebe, por ejemplo. La negativa es que con tanta complejidad y diversidad de funciones hay más posibilidades de averías y un porrón de enfermedades. Este último aspecto pone una nota negativa a nuestra evolución, ya que nos ha hecho muy vulnerables y, si se me permite, deficientes. Se diría que no somos un producto perfecto. Un caracol jamás podrá hablar, pero hay un porrón de enfermedades humanas que no le afectan. Un gusano no hace cálculo infinitesimal, que se sepa a día de hoy, pero ni se deprime ni sufre el cáncer. Un mejillón jamás tendrá artrosis. En mi opinión, complejidad y problemas van en el mismo lote. Seguro que un equipo de científicos e ingenieros cualificados diseñaría un homo más eficaz, más perfecto y con menos problemas. Pero es lo que hay. Y si no les gusta lo que hay, esperen a la próxima reencarnación.

Hecha la digresión, me dispongo a examinar las distintas especies humanas de manera más detallada. Veamos en primer lugar qué nos distingue físicamente del resto de los grandes simios, nuestros queridos hermanastros.

De entrada, progresivo aumento de la capacidad craneal hasta los 1.500 gramos. 2. Desarrollo del mentón que evoluciona generando la mandíbula del humano moderno. 3. Bipedestación, es decir, caminar a dos patas, las traseras. 4. Reducción del tamaño de los dientes caninos y rediseño y reducción de la dentadura. 5. Melón o cabeza muy erguida. 6. Reducción de los arcos superciliares, que actuaban a modo  de visera para proteger los ojos (J. Scott). 7. Rediseño de las zarpas delanteras, hasta convertirse en manos muy versátiles y útiles. 7. Progresivo retroceso de la pilosidad corporal; la cual, salvo ejemplares humanos recesivos, es escasa. Es decir, que aquello de que el hombre como el oso cuanto más peludo más hermoso, puede que sea cierto; pero lo que es seguro es que es más chimpancé. Esas características de chapa y pintura nos irán diferenciando y haciéndonos únicos. Únicos. 

En llegando al Cuaternario -2 millones y mucho pico de años atrás- se comprueba que de todos los bichos que pululan por ahí (excepción hecha de las cucarachas, que son más resistentes que un cuñado), los grandes simios son los más adaptativos, los más aptos para desenvolverse con éxito en medios no precisamente amigables. ¡Se tenía que estar muy bien dotado genéticamente, y empezar a utilizar el magín, para sobrevivir en un medio tan hostil e implacable como las sabanas del Este de África! (Y tener suerte, un factor que con frecuencia olvidamos y que puede ayudar mucho a la supervivencia; o a la extinción... Los científicos catalanes tienen un acertado aforismo para tan imprevisible factor: qui l'encerta l'endevina). Entre ese esplendor de bichos, estabas las primeras especies de nuestro género, el homo. Sostengo que todas ellas eran humanas. Y todas ellas han desaparecido. Menos nosotros. De momento.

Hoy inauguro una nueva sección musical dedicada a los grandes bodrios mundiales, que la canción española cultiva muy bien. El bicho atiende al nombre de Karmele.

http://www.abc.es/videos-gente/20100123/tsunami-karmele-marchante-524123...