En el Universo, como en la mili, lo mejor es pasar desapercibidos (Proverbio azteca).

(En esta bonita imagen se ve a E.T. con su amigo humano volando en bicicleta. ¿Quién no se acuerda de este extraterrestre tan enternecedor como incierto?)

Dejamos la cosa en que Drake había formulado una ecuación para calcular la probabilidad de vida, mayormente inteligente, por los andurriales del Corral.

En resumen: la de Drake es una ecuación que tiene tantos defensores como detractores y que, la verdad sea dicha, no aclara demasiado si existen o no existen en concreto. Para corroborar sus teorías (que es de lo que se trata en ciencia), montó un chiringuito llamado SETI (hoy día hay muchas ramificaciones), que contaba/cuenta con un montón de radiotelescopios primarios con los que pretendía captar señales electromagnéticas y por ahí emitidas por civilizaciones inteligentes. Es decir, señales no aleatorias ni repetitivas, sino que tuvieran un patrón matemático no natural. Por ejemplo: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64…y así dale que te pego. Hasta el presente estas cazuelas telescópicas solo han conseguido captar una señal que podría atribuirse a emisores inteligentes. Con todo, parece que habrá que esperar sentado a que se capten más señales prometedoras. Excuso decir que con mucho menos fundamento se puede hablar de contactos físicos directos (en la Tercera fase) con alienígenas. De eso nada, camarada.   Pero que no se pongan tristes los ovniólogos y demás flores enternecedoras: hoy la cosa extraterrestre ha vuelto al candelero con nuevas certidumbres…

Cuando escribo este artículo, me entero de que en una estrella de la Vía Láctea, nuestra galaxia, se han detectado estructuras que giran alrededor de ella, las cuales no responden a los modelos de comportamiento habituales en física y que podrían haber sido construidas por seres inteligentes. Yo ni niego ni afirmo. Solo recuerdo que esa estrella está a una distancia de 1.500 años luz. Es decir, que la imagen que nos llega hace 1.500 años que se emitió. Más es decir: que a lo mejor, si fueron unos bichos inteligentes los que construyeron esas estructuras,  hoy ya no existan, o se dediquen a otra cosa. Por ejemplo: recalificar el suelo de algún planeta cercano para hacer urbanizaciones Pinos-Mar o Abetos-Nevados. Meditación ad hoc: a la dificultad de conectar con colegas que estarían a distancias insalvables ahorita mismo, se suma la de que coincidamos con ellos en el mismo rango temporal. Ya se va viendo, por tanto, que no todo el monte es ovni.

Quien sea habitual de Cuarto Milenio, programa que frecuento con cierta indolencia, habrá observado que semana sí semana también comparece en el plató el señor Enrique de Vicente, director de la revista Año Cero, especializada en temas esotéricos. Lo que más me fascina de ese señor es que es un especialista en todo, en todo totalmente. Haciendo gala de un envidiable espíritu renacentista,  no se arredra ante ninguna parcela del conocimiento y mete el cucharón en todas (con resultados obviamente disparatados). Pues bien, cada vez que se pone a tiro, ese caballero demuestra por activa y por pasiva que los alienígenas inteligentes no solo existen, sino que están entre nosotros observándonos. 

Personalmente, espero que algún día de estos don Enrique aparezca con un visitante sideral en el plató, para que nos cuente cómo le va la cosa por su barrio. Bromas aparte, la cuestión está en el candelero y suscita todo tipo de teorías e hipótesis. Sin duda el asunto de los alienígenas es uno de los grandes temas abiertos, y que de momento no hemos podido cerrar de ninguna manera. Sin embargo, mientras esos hipotéticos marcianos no nos den pruebas fehacientes de su existencia y se comuniquen con nosotros, el debate de si existen o no existen se circunscribe al ámbito de las hipótesis y las conjeturas. Y a día de hoy, y que se sepa con rigor, no hay evidencia alguna de que cierta vida inteligente se nos haya manifestado. Corolario: la posibilidad de vida inteligente en el Corral es uno de los grandes campos del conocimiento que continúa abierto. Caso abierto, como dicen los de Expediente X. Moraleja: como no hay pruebas irrefutables en un sentido u otro, más vale no preocuparse por la cosa de los ovnis y dedicar el tiempo a actividades más tangibles y gratificantes. 

Y de postre una mítica canción de Peter Gabriel, (sugerencia de mi buen amigo Macià Pelegrí):