Rafael Ferreruela: "Hay que intentar ser lo más rico posible con uno mismo y no depender del éxito con los demás"

LLEIDACOM / Amaia Rodrigo Arcay
Publicat: 
07-07-2021
Actualitzat: 08-07-2021 13:53
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  • Rafael Ferreruela: "Hay que intentar ser lo más rico posible con uno mismo y no depender del éxito con los demás"

Resulta curiós descobrir que algú amb la dedicació professional del Rafael Ferreruela decidís fer oftalmologia per pura casualitat. Ni vocació, ni referents infantils, més enllà de la devoció de la seva àvia per l'arcàngel Rafael que va retornar la vista a Tobías. Assegura que de petit no jugava. A Lechago (Terol), si corries era per anar a portar el menjar als corders. I a casa seva no sobrava res. L'austeritat és una de les herències que ha mantingut. Prefereix un plat senzill de llenties abans que un caprici d'estrelles Michelin. I això que l'únic dels quatre fills que no es dedica a l'oftalmologia és cuiner! Diu que la vida li ha donat molt més del que hauria demanat mai. Només desitjaria un parell de centímetres més per arribar al metre setanta. És tímid i poc sociable, però se sap estimat i diu amb orgull que al seu enterrament hi anirà molta gent. Com va passar amb el de la seva dona Andrea, la veritable culpable que tots dos es convertissin en oculistes. Al Rafael no se li acaben els reptes. Explica amb il·lusió que en un mes anirà a Dakar a obrir una nova clínica. I és que la tasca solidària és molt present a la vida d'aquest metge que valora el servei, no la servitud, i que assegura que les expedicions que ha fet durant anys per operar de la vista centenars de persones a Etiòpia o el Senegal les ha fet més per ell que pels altres.

Hem conversat amb aquest oculista pioner mirant-lo als ulls blaus per conèixer el que no es pot saber a simple vista.

  • Presenta’t. Qui és Rafael Ferreruela?

No lo sé muy bien. Soy una persona que ha venido a este mundo a hacer unas cosas. He ido haciendo sobre la marcha. Lo que más soy: padre, abuelo, he sido marido y médico. Y dentro de la medicina, oculista. También he trabajado como profesor en la Facultad de Medicina. ¡He hecho muchas cosas! Y casi todas me han gustado, las he hecho a gusto.

  • Feliç, llavors?

  • En la definició, pesen unes coses més que d'altres?

Yo no quitaría nada, pero parece que hay cosas que enorgullecen más que otras, y si hablas de la familia, tengo cuatro hijos que viven en Lleida, cinco nietos que están aquí. Parece que los tenga a todos cogidos con intención. Perdí a mi mujer, Andrea, hace años, pero he tenido situaciones personales plenamente satisfactorias en todos los sentidos. Dicen que Dios o la Providencia te cierra una puerta pero te abre una ventana. Otras: si alguien me habla de cosas de cooperación, también me llenan. Si hablo de cómo he estado con mi padre, que vivió aquí unos años, tampoco lo borraría. Y sobre haber sido oculista y cirujano de ojos, eso para mí ha sido todo. Es lo que me ha permitido hacerlo todo. He disfrutado y me he ganado la vida con eso y a los pacientes les he dado muchas satisfacciones. A veces digo que con mi profesión y tal y como me han ido las cosas, voy por la ciudad y me encuentro con gente que me aprecia. Aunque no he sido de mucho roce o de mucha fiesta, creo que hay mucha gente que me quiere. Pongo el ejemplo a veces de que a mi entierro vendria molta gent. Esto lo aprendí porque cuando se murió mi mujer fue espectacular la fiesta de despedida que tuvo. De todas formas, hay que intentar ser lo más rico posible con uno mismo y no depender del éxito con los demás. Pero yo he tenido de todo.

  • Quan van començar a ser importants els ulls a la teva vida?

No lo sé. Yo diría que cuando empecé la especialidad con muchas ganas junto con mi mujer. Aunque nos daba igual qué hacer.

  • No va ser una vocació de petit?

Parece raro decir “no lo sé” cuando da la sensación de que es una gran vocación porque lo hago muy a gusto, pero es así. Lo que pasa es que mi madre era muy machacona, la Pilar. Su madre, mi abuela, no veía y los ojos los nombraba mucho y contaba historias de la Biblia. Cuando perdía un animal, hacía un rezo a San Antonio pidiendo que apareciera. O cuando alguien se iba de viaje del pueblo, que es Lechago, a Zaragoza, era toda una aventura, y le encomendaba al ángel de la guarda o al ángel guía, el arcángel San Rafael. Resulta que este santo devolvió la vista a un tal Tobías y a fuerza de repetirlo en la familia, cuando mi mujer me dijo qué especialidad quería hacer fue como pedir algo en un bar. Estábamos en Seròs, de médicos rurales. Y Andrea dijo que teníamos que hacer una especialidad. Para mí no tenía importancia, pero le dije que quería “ojos”. Dejamos el pueblo y nos fuimos a Barcelona a hacer la especialidad. Ella quería hacer pediatría. Pero yo le dije que si hiciera ojos también estaríamos más tiempo juntos: mañana, tarde y noche y fin de semana, todo el tiempo (riu). Eso hicimos. Ella escogió oftalmología infantil. Después estuve en el Hospital Clínico y nos fuimos a Mallorca porque había plaza para estar los dos juntos en el mismo hospital y por temas familiares finalmente nos decidimos a venir a Lleida. Teníamos tres niños y allí no teníamos a nadie. Vimos que era una buena opción, pues anem cap a Lleida. Después también, haciendo razonamientos para autoconvencernos, valoramos que Lleida era una ciudad más pequeña y más tranquila que Mallorca, con menos jolgorio. Y nos gustó la idea de ir a un sitio más austero para poder educar a nuestros hijos de esta forma.

  • És un valor important l’austeritat?

Si uno es austero, está preparado para lo que le echen. Patir por patir, no. Pero si se te van los ojos continuamente por unas gambas, una cerveza o un vestido o lo otro y lo otro y lo de más allá, te tienes que privar de muchas cosas. Si uno es austero y ha aprendido a serlo, no hace falta privarse de nada. ¡Yo no me he privado de nada! Tampoco he tenido aspiraciones de grandes viajes, lujos o caprichos. Para mí, eso ha sido un aprendizaje que he tenido en mi casa. Por ejemplo en la comida, yo siempre prefiero un plato sencillo de cuchara; unos garbanzos o unas lentejas o una verdura, que un plato rebuscado. Aunque mi hijo tiene un restaurante…

  • Clar! Això anava a dir!

(Riu) Yo pagar un dineral por un sitio que tiene estrellas y donde te dan lo que quieren diciendo que es una maravilla, no. A mi me siguen gustando las cosas normales.

  • No és fàcil practicar l’austeritat actualment

Se aprende en casa, viviendo en un sitio austero en el que se cubren únicamente las necesidades básicas, como pasaba en mi pueblo. Yo recuerdo los regalos de las Navidades en mi casa: mi madre nos ponía algo de dinero, unos calcetines y unos calçotets. Y ese dinero, que te daba una gran alegría porque te habían puesto veinte duros, los recogía y los administraba ella. Yo eso de pedir grandes cosas a los Reyes no lo he vivido nunca. Pasábamos apuro por el gasto. Se ve que una vez vi a mi madre como pagaba la contribución en el pueblo, que en aquel momento se pagaba con dinero en mano, y yo me puse venga a llorar. Cuando me preguntaron “¿por qué lloras, maño?” yo dije que porque había visto a mi madre dar mucho dinero a una gente. (Riu)

  • A què es dedicava la teva família?

Eran labradores. Mi padre era agricultor y mi madre se ocupaba de la casa, de cocinar, de dar de comer a las gallinas, a los cerdos, a los pollastres… Así como ahora se discute mucho sobre el machismo, yo no he vivido eso. Yo he visto siempre repartidas las funciones y a todo el mundo trabajando mucho.

  • A què jugaves de petit?

No jugaba nunca.

  • No?

Casi diría que no. En el colegio jugábamos al balón, cuando fui de interno. Pero de más pequeño, yo hasta recuerdo que si ibas a algún sitio corriendo te decían: “tanto correr, tanto correr, pues ¡ves a echarles comida a los corderos y vuelves!” (imita l’accent de la seva mare). Eso de correr por correr o ir por ir, no. Había que hacerlo por algo o para algo. Siempre. Cuando una vez jugando a futbol con los chicos, a la hora de hacer un chute me dio un calambrazo en la ingle, estuve cojeando dos o tres meses, pero no dije nada. Si se hubieran enterado de que había sido pegando un chute, me hubieran dicho que eso me pasaba por tonto. Igual tenía 7 u 8 años. A ver, jugaba a correr o luego estaba un juego que era churro-media manga-manga entera, que está bastante prohibido ahora. Ese me gustaba mucho y yo era bueno. Pero en el colegio, el juego era básicamente correr. Además, en los veranos, Semana Santa o Navidades, yo nunca he hecho vacaciones. Llegar y al campo, llegar y al campo, llegar y al campo. Hacer un esfuerzo en el pueblo para nada era perder el tiempo. Si no haces algo, descansas.

  • I després, has mantingut aquesta idea?

He hecho vacaciones, pero nunca he cogido un mes entero. Y cuando hacía algo con los hijos, era irnos a la montaña para subir al monte y educarlos en el gusto por la naturaleza. También he ido a paises de África y he estado operando allí. Siempre con un propósito. Vacaciones para no hacer nada, no. Yo he viajado bastante por congresos, pero la mayoría de veces, he ido a las conferencias y ya está.

  • Tant d’esforç mereix la vista? Tan important és?

Yo no considero que le haya dedicado esfuerzo. Eso de “ganarás el pan con el sudor de tu frente” no lo he vivido así. Siempre he trabajado a gusto, disfrutando. Visitando lo he pasado bien y viendo casos complicados, mejor. Igual que operando. Casi me molesta cuando viene gente por cosas pequeñas, sin importancia. A mi me gustaban las guardias y no me molesta que me llamen a las 2 de la mañana. Para mí, es una profesión de servicio. Que todas las profesiones de bien sean de servicio y no de servidumbre. En el pueblo, cuando se acababa la sal, ibas a la casa de la de la tienda y te la daba aunque fuera de noche. Hacía un servicio. Ahora no pasa.

Sobre la importancia de la vista, sólo hace falta recordar frases como “esto me ha costado un ojo de la cara”. Algunos pacientes a los que iba a operar se sorprendían que me fiase de que luego me pagarían. Y yo contestaba que ellos se arriesgaban más tumbándose a que les toquiteara algo tan valioso como sus ojos. De vez en cuando, tendríamos que tener alguna malaltia o limitación para apreciar lo que es estar bien. De los otros sentidos más o menos se puede prescindir. Pero de los ojos dependen muchas cosas. Sin la vista cuesta más establecer contacto y comunicarse. El oído también es importante. Para mi, la música no es esencial, pero la comunicación a través del habla también es importantísima.

  • Ets un visionari?

No!

  • En oftalmologia, sí

Yo soy práctico. Un poco pionero, puede ser. Pero yo no he inventado nada, lo que pasa es que algunas cosas que ya se hacían en otros sitios, las he implantado. Por ejemplo, en las lentes intraoculares en las operaciones de cataratas, sí que he sido pionero, porque en una ciudad pequeña como Lleida se han empezado a poner antes que en otros sitios. He creído en esa técnica cuando muchos la cuestionaban. O a la hora de montar la clínica en el año 2000, era el no va más en comparación con otras ciudades más grandes. Ahora, todo el mundo pone lentes intraoculares y monta clínicas. Quizá pionero, sí. Pero no me gusta lo de visionario porque yo a los visionarios, muchas veces, les llamo iluminaos. Y yo soy muy terrenal en todo. Con mi mujer, nos complementábamos perfectamente porque siempre le decía que iba por las nubes. Yo soy de tener los pies bien puestos en el suelo.

  • Si fossis un superheroi, quin superpoder et demanaries?

No sabría contestarte. Lo que sí que puedo decir es que la vida me ha dado muchísimo más de lo que yo habría pedido. De hecho, nunca he pedido nada, ni en Navidades. Bueno, quizás hubiese pedido ser un poco más alto, llegar a 1,70m. Siempre me han faltado algunos centímetros. (Riu) Un superpoder serviría para no sentirse impotente en cosas que uno ve y ante las que siente que no puede hacer nada. Pero yo siempre he sentido que tengo cosas que hacer y no sé parar. De hecho, tengo en marcha un lío importante.

  • Sí?

Cuando te pones un reto y lo consigues, tienes la sensación de no saber qué hacer después. Por eso, siempre he pensado que los deportistas que llegan a lo más alto, tendrían que empezar a practicar otros deportes. En la vida hay escalones por subir y yo empecé de muy abajo.

  • Quin és el repte ara, doncs?

Una clínica en Dakar. Iremos en pocas semanas a inaugurarla. Enseñaremos a médicos a operar para que continúen con el trabajo. Los viajes de cooperación que he hecho siempre los he hecho porque me apetecía. Muchas veces, la gente que impulsamos proyectos de cooperación explicamos maravillas que también sirven para el propio ego. No sé si las expediciones que hemos hecho han sido más por mí que por los demás. Yo creo que por mí. Vas allí, operas, ayudas y eso da una gran satisfacción. También son viajes en que conoces a la gente, la forma en que viven, visitas sitios especiales. Cuando íbamos a Etiopía, que por cierto ahora están en plena guerra, viajábamos en Navidad, porque a mi no me van tantas fiestas. Una de las veces que les propuse a mis hijos ir, Guillermo, que también es oculista, se apuntó y después de hacer las operaciones, subimos el Kilimanjaro. Yo tampoco soy tan bueno tan bueno. Yo opero porque me gusta. Y luego, tienes recompensas: la gente, los paisajes y también saber la suerte que uno tiene. Yo intento aprender a valorar lo que tengo.

Y en cualquier caso, es cierto que hemos ayudado a mucha gente con esos viajes. Si no les devolvemos la vista nosotros, no lo habría hecho nadie. Tiene un punto de “milagrero”. Para colmo, siempre hay algún caso especial. Una mujer de unos cuarenta años, vino con cataratas blancas. Debía hacer 20 años que no veía nada. La monja que nos ayudaba, Sister Margaret, me decía que sólo podíamos operar un ojo para repartir más, pero a esa mujer que vino con un niño pequeño en la espalda y que tenía por lo menos dos más, le operé los dos. Y en realidad, todo esto, lo hemos podido hacer porque ha habido una serie de personas en Lleida que han venido aquí a tratarse. Yo llego a final de mes y a partir de ahí, en lugar de comprarme un barco, voy a hacer expediciones para operar en países que no tienen estos medios. También hemos enseñado a médicos de allí para que pueden continuar haciéndolo sin nosotros. Ir allí una semana y operar o visitar a 200 personas es mucho, pero que haya alguien en ese mismo sitio durante todo el año y que pueda operar a 5 personas a la semana, ¡es muchísimo más! Eso es lo más bonito que creo que hemos hecho.

  • L’especialitat a medicina està claríssima, a la vida, en què ets especialista?

Pues no sé muy bien. Yo me apunto fácil a las cosas, aunque no soy muy sociable. Yo me siento bien en el uno a uno y me gusta hablar y explicar cosas, pero en una cena con mucha gente yo me pongo en una esquina. Soy tímido. Y soy una persona muy sencilla. No necesito muchas cosas. Hago deportes para los que no necesito gran equipamiento: correr, andar, ir a la montaña… Si tengo que estar comprándome un montón de cosas para el tenis o para esquiar, no me gusta tanto.

  • Què estaries fent si no haguessis triat l’especialitat d’oftalmologia?

Estaría de médico de cabecera, de médico de pueblo. A mi me gustaba mucho. Además yo soy médico porque Dios quiso. Como muchas cosas en la vida, como esta clínica. Echamos a cara o cruz si comprábamos el solar o no.

  • I això de ser metge, també va ser per sort?

Yo soy de Lechago, un pueblo muy pequeño de Teruel, cerca de Calamocha. En aquel entonces, estaba prácticamente incomunicado. Mis padres fueron un par de veces a Zaragoza y pasaron por un colegio donde había estudiado el hermano de mi madre. Mi casa es una casa muy humilde, pero mi madre siempre ha tenido aspiraciones y decían que yo era buen chico y especial. Mi padre quería que fuera agricultor y yo, también, pero me llevaron a estudiar hasta los 12 años. Fui aprobando cursos y las reválidas. Y continuaba. Y llegué a aprobar PREU, lo que luego fue COU, y entonces fui a escoger carrera universitaria por continuar. Y escogí medicina como podría haber escogido otra cosa. Es verdad que mi maestro, que nos hacía un poco de psicólogo, me decía que lo de medicina me pegaba porque tenía actitud de servicio.

  • Si n’haguessis triat una altra?

Igual. Lo importante son las ganas y la ilusión. Siempre se lo he dicho a mis alumnos.

  • I què va passar amb la idea de dedicar-te a l’agricultura com volia el teu pare?

Que quedó en agua de borrajas.

Teruel lo que tiene es que es un sitio austero. La gente es austera y trabajadora. Y con una actitud de ser dueños de lo suyo, trabajar por cuenta propia. Nosotros estábamos bien situados en nuestro pueblo que era muy pequeño. Antes hablábamos de igualdad; como yo había ido a estudiar a Zaragoza, también enviaron a mi hermana y al resto de mis tres hermanos. Y en un momento determinado, cuando había que enviar a mis dos hermanos pequeños a estudiar, se plantearon emigrar. Pensaron en que mi madre se encargara de una portería y mi padre buscara trabajo en una tienda de lámparas de un pariente. Les recordamos que siempre se habían encargado de lo suyo, que podían tener poco dinero, pero de amos. No sirviendo a los demás. Eso no era para ellos.

Si no hubiéramos sido de un pueblo tan pequeño, yo nunca hubiera ido a estudiar fuera, lo tengo clarísimo. Porque mi madre decía que yo era especial. En un sitio con poca gente, cuesta poco destacar, en un sitio más grande, sería del montón.

  • Què heretes dels teus pares?

La austeridad, el espíritu de colaboración, un carácter muy explosivo. Mi madre era austera pero espléndida. Hace unos años, había que operarla del corazón y decidió que había mucha gente como ella más joven que lo necesitaba más. “Mucho gasto para el seguro”, dijo. Y decidió no operarse. Siempre he pensado que le tenía que haber insistido más.

  • Com t’agradaria passar a la història?

Como decía mi madre: dejando rastro de algo. A veces pienso que en las tierras que tenemos de mis padres, podría plantar encinas como un legado. Al final, es dejar huella con algo que pueda servir a la gente.

  • No està malament la petjada de millorar la vista de tanta gent

Es verdad.

  • Com t’acomiades normalment de la gent?

Suelo decir hasta luego. Y para saludar a los pacientes me gusta dar fuerte la mano. Cuando hay un grupo grande de gente me cuesta ir uno a uno, aunque cuando la gente hace eso, me gusta. Pero por no molestar, me despido en general sin hacer mucho ruido.

En cuanto a besos o abrazos, es que yo no he tenido nunca ese roce. A mí, no me venía nadie a despedir ni a recoger al tren cuando llegaba de Zaragoza. Ni me venían a ver. Cuando mi madre se moría y le hacía una caricia en la cara o en la frente, me decía: “¡vale de mimos!” (somriu). Antes no se permitía ni reír ni llorar por nada. Era de débiles. Yo grandes alegrías no las expreso. Y grandes tristezas, tampoco. De todas formas, no estamos acostumbrados a las pérdidas, no las afrontamos. Y con la muerte hay que sentarse a charlar de vez en cuando. Lo aprendí con mi mujer. Y también con mi padre, que murió feliz.

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