Au revoir les enfants

Au revoir les enfants

dilluns 14 de setembre 2015 - 17:30 a dimecres 06 de gener 2016 - 12:15

 

Bueno. Fin del viaje. Permítanme, antes de dejar en reposo este blog, añadir un par de cosas más. En primer lugar, debo decir que me he dejado en el tintero el follón de no te menees de las partículas fantasmales que van, vienen, aparecen y desaparecen por todas partes. (incluido el vacío interestelar, que parece una discoteca: fotones, neutrinos, positrones todos ellos virtuales, quarks y antiquarks…). Algunas de ellas son tan extravagantes y de comportamiento tan paranormal, que no cuadran en ninguna ley de la física. Sin ir más lejos, el hecho de que muchas de ellas sean puntuales, es decir que solo tengan expresión en un punto virtual, hace las cosas más complicadas e irreales. Ya he descrito algunas anteriormente, pero es que hay un porrón más, y no se sabe muy bien para qué narices las ha puesto la Naturaleza. Verbigracia: los neutrinos son unos fantasmas en toda regla. Pero su importancia no es baladí. Si se lograra desvelar su auténtica esencia, embaldosarían la senda que conduce a la sacrosanta teoría unificada -el Grial de la física teórica-, al tiempo ayudarían a entender el origen de la asimetría fundamental entre materia y antimateria. Cuando una partícula de materia interacciona con su correspondiente antipartícula, se desintegran. A eso se le llama simetría. Si la simetría se hubiera producido en todas las partículas al principio del Universo, no se hubiera creado materia; y, en consecuencia, no estaría yo aquí aporreando el teclado. Es decir, que hubo un grupo de partículas que no se destruyeron, ya que no colisionaron con sus respectivas antipartículas. De esas supervivientes salió el Universo universal que habitamos. Y lo cierto es que todas las partículas, las que he descrito y las más raras e infrecuentes, son auténticas fantasmas. Solo hay que fijarse, por ejemplo, en el electrón. A primera vista parece un chico normal, con su carga, su espín, su masa, su salero y demás. Pues no, señor. Resulta que el electrón tiene un radio nulo. Pero si el radio es cero, ¿qué narices gira, y dónde se coloca la masa? ¿Y la carga, dónde diablos se ubica? 

Veamos, a modo de sentencia lapidaria, qué nos dice Greene al respective: las partículas y los campos se ondulan y saltan entre todos los valores posibles coherentes con la incertidumbre (indeterminación) cuántica. Esto implica que el dominio de lo microscópico es un exasperante frenesí que flota en un mar violento de fluctuaciones cuánticas. Sin comentarios. Por lo que resta, considero pertinente hacer otra aclaración sobre las dimensiones -infinitesimales- de la tragedia subatómica. Si nosotros, un suponer, fuéramos quarks y viviéramos en el centro de la uña del dedo gordo del pie de un tipo, esa uña sería el Universo visible que podríamos estudiar. Por lo que la zona de la nariz, otro suponer, sería cosa de ciencia ficción inimaginable e indetectable para nuestros limitados caletres. Así están las cosas, y no tienen pinta de cambiar. 

A lo largo de medio año he dejado constancia de esa circunnavegación personal. Ha sido un  arduo viaje a los orígenes de la realidad, a su escalón primigenio. ¡Casi nada! Y lo que he visto es cualquier cosa menos tranquilizador.Es hora de recoger velas y volver a puerto para hacer las reparaciones y el mantenimiento que me permitan volver con nuevos ánimos a este hipnótico campo del conocimiento humano. Salud y buena suerte. Les dejo con los Byrds:

https://www.youtube.com/watch?v=JNeNrn6HZGs

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Sobre l'autor

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Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó."
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