¿Estamos solos en el Corral? (2)

¿Estamos solos en el Corral? (2)

divendres 23 d'octubre 2015 - 20:00 a dilluns 29 de febrer 2016 - 03:00
¿Estamos solos en el Corral? (2)

Si estamos solos en el Universo, seguro que sería una terrible pérdida de espacio. (Carl Sagan)

(Nuestro añorado Carl Sagan apunta un motivo de reflexión, tan lógico como incierto)

(En esta bonita foto puede verse al gran Orson Welles en plena restransmisión de un pograma en los EUA en el que se simulaba un ataque de los marcianos a la Tierra. Corría el año 1938 y provocó muchas escenas de pánico).

Pero, ¿qué hay de incontestable en todo este galimatías? ¿Estamos solos en el Corral? ¿Se han puesto en contacto con nosotros unos hipotéticos vecinos? ¿Son ciertos los avistamientos, las abducciones y los mensajes solemnes? Y, como reflexión, una pregunta inquietante: ¿es bueno para los terrícolas que haya extraterrestes súper avanzados que se dejen caer por aquí? Acerquemos un poco la lupa, para examinar mejor la cosa.

Hay que centrarse en el estado actual de la cuestión, pues de lo contrario el asunto es inmanejable. Acordemos un punto cero: el final de la Segunda Guerra Mundial. En 1947, en un quinto pino de Nuevo México llamado Roswell, se dio un tortazo una nave alienígena (vulgarmente llamadas platillos volantes) y se recuperaron varios cadáveres de unos tipos enclenques pero con un cabezón como el de Manolico el Corto. A los  cabezoncícolas se les hizo la autopsia, se obtuvieron datos y finalmente los metieron en un congelador. Por supuesto, los dirigentes estadounidenses mantuvieron y mantienen el asunto y los datos obtenidos en secreto. Pues bien, para los ufólogos (los especialistas en la cosa), este hecho es paradigmático, y al que se remiten cual argumento de autoridad o prueba del nueve de la existencia de marcianos (o lo que sean…). ¿Qué hay de probado del asunto?, se preguntarán ustedes en llegando a este punto. Pues nada de nada, rien de rien. El asunto es más falso que un billete de 2’33 euros con el careto de la Pantoja en el anverso. No hay pruebas de tipo alguno que corroboren su existencia. Sí, lo sé, lo sé, en internés y por ahí hay cientos de demostraciones y vídeos del fenómeno. Pero, háganme caso: todo humo.

Un poco más adelante, en 1950, el gran físico Enrico Fermi, se preguntó porqué no se había puesto en contacto con nosotros ni una de las miles de civilizaciones súper avanzadas que tendrían que pulular por ahí. Dadas las dimensiones de la cosa: cientos de miles de millones de estrellas, diecisiete mil millones de años de existencia del Universo…, ¿por qué no habían venido a saludarnos los vecinos del ático? La pregunta de Fermi era tan lógica y apabullante como insuficiente. Es decir, que nada impide pensar que pueden existir civilizaciones muy avanzadas en el Corral, pero por lo que sea, no pueden/quieren darnos señales de vida. O, como dicen los enterados, sí que nos han visitado, pero no les hemos interesado demasiado.

Continuongs. A partir del gran momento fundacional, se incrementaron exponencialmente los avistamientos de platillos volantes y/o seres de las más variadas formas y tamaños. Otro momento crucial de la cosa se vivió en la isla de Colares (Brasil), en 1977. Los colarenses fueron atacados por una flotilla de naves alienígenas, que disparaban sobre esos pobres indígenas rayos que producían heridas (curiosamente estás cicatrizaban en minutos, ¡ah, amigo!…). Aunque, y también curiosamente, todo material demostrativo de esos ataques fue secuestrado por el gobierno brasileiro. Conclusión: ninguna evidencia. Nada que rascar sobre el asunto.

Los testimonios de esos fenómenos ocuparían el espacio de la enciclopedia Espasa. Lamentablemente, ninguno de esos episodios aportó pruebas concluyentes de la existencia de bichos extraterrestres. Un somero análisis crítico y científico, colocó todas esas pruebas, fotos y demás en el resbaladizo mundo de las conjeturas, hipótesis, suposiciones, alucinaciones, fantasmadas varias y tal vez. Nada concluyente. 

Por cierto, hasta hace poco, una compañía de seguros inglesa ofrecía pólizas contra la abducción y el ataque de los marcianos, entre otras coberturas (Gardner). Pues suscribieron pólizas miles de personas. Lo cual da medida de la extensión del fenómeno. Lo que no está claro es si la compañía pagó alguna suma por ataques de los marcianos o abducciones. ¿Cómo demuestra uno que ha sido abducido?, ¿le sale humo de la olla?

Vayamos un poco más adelante hasta encontrar una iniciativa de investigación de la cosa más o menos seria. De nuevo en EUA, en 1961, un astrónomo ciertamente extravagante llamado Frank Drake, formuló la famosa ecuación homónima, con la que aspiraba a calcular las probabilidades de que hubiera vida inteligente en nuestra galaxia, la Vía Láctea (una auténtica cagarruta de cabra en medio del Cosmos vacío que separa a cientos de miles de millones de galaxias). Esa larga y elegante ecuación mezclaba diversas variables: número de estrellas jóvenes que aparecen cada año: unas 200.000; y de estas, la fracción de las que pueden tener planetas orbitando en ellas. A continuación se ponderan los planetas en los que es posible la vida y, de estos, los planetas que pueden albergar vida inteligente que perdure en el tiempo. Mezclando estos factores en la coctelera matemática, Drake llegó a la conclusión de que la probabilidad de que exista otra civilización inteligente en la Vía Láctea era alta, pero que coincidiera con nosotros, pobres mortales, en el tiempo es harina de otro costal, ¡y qué costal, señores y señoras, qué costal!

Porque eso de coincidir en una horquilla temporal y espacial es muuuu difícil. Aun así, nadie duda de que es muy posible que haya vida por ahí de muy diferentes formas y estados de conciencia. Con todo, las probabilidades de contactar con otras civilizaciones avanzadas extraterrestres de nuestra provinciana galaxia o de otras son escasas. Y al bueno de Drake le salía un capazo de planetas de nuestra galaxia en los que era posible, incluso probable, la existencia de vida inteligente. Pero no se olvide que habitamos un Universo gigantesco, y que la distancia media entre civilizaciones avanzadas de distintos planetas podría alcanzar los 200 años luz de media. Y ahí sí que cagada, pastoret: ni siquiera podemos imaginar una tecnología de transporte que nos lleve en un tiempo razonable hasta 200 millones de años luz de distancia. Sí, sí, por supuesto que están los bujeros de gusano y demás tele-transportadores, pero antes Rouco Varela se hará hippie, que podamos usar esos fenómenos para viajar. Penúltimos castigos: la ecuación de Drake calcula la probabilidad de que exista vida inteligente en el Corral, pero no aporta certeza alguna...

Y ni les cuento lo improbable que ya es de por sí la existencia de nuestro planeta, con sus praderas, sus marmotas y sus playas atestadas de guiris…

De postre una balada de Steve Winwood:

https://www.youtube.com/watch?v=Adw772km7PQ

 

 

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Sobre l'autor

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Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
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