(En esta bonita foto se observa un supuesto tipo vinculado a la cosa Roswell, y que en gafas debía gastar una pasta gansa. Al parecer se dio una torta gorda con su platillo, pero su cadáver quedó muy aparente)

De la escasa información disponible, he extrapolado tres cosas. Primera: nuestro amigo el marciano es un organismo con base de carbono. Segunda: respira nitrógeno. Y tercera: el tamaño del cerebro indica que tiene capacidad telepática.
- O sea que pueden, ¿leernos la mente?
- En potencia, sí.

(Este bonito diálogo lo he sacado de la comedia Mars attacks)

Muy buenas: habíamos dejado la cosa es que estaba más liada que la pata de un romano; y que en último término podríamos estar ante un tipo de conocimiento irrelevante, dada la imposibilidad de llegar a conclusiones reales y objetivas. Pues arreando, que es gerundio.

En llegando a este punto, me parece interesante considerar el expediente Marte, planeta al que los científicos le han echado el ojo para ver si alguna vez albergó vida. Se han enviado sondas, recogido materiales, cartografiado parte de su territorio y demás. Pero la comunidad científica no se pone de acuerdo en si hubo vida o no. Conclusión evidente: si los científicos ni siquiera pueden precisar si hubo vida en Marte, que está como quien dice a la vuelta de la esquina, ¿cómo van a certificar que hay vida en las procelosas, lejanísimas e insondables praderas galácticas? (Geoff Watts). Con todo, se ha demostrado la existencia de un montón de exoplanetas (planetas que pueden acoger vida), con condiciones similares a las de la Tierra. Aquí, de nuevo, entramos en el terreno de la especulación, y por lo demás damos por sentado que la vida que pueda haber por ahí fuera debe ser de la misma naturaleza y forma que la nuestra. Y esa línea de pensamiento es resbaladiza. ¿No es posible que existan por ahí del Corral unos tipos inteligentes que estén hechos, un suponer, de feldespato y masa de panillet; y que se muevan por siete dimensiones y dos tiempos a la vez? Como este Universo es más raro que un elefante rosa, a mí ya no me extraña nada. En fin, que abundan científicos que argumentan que si las leyes de la Naturaleza son universales, es harto probable que exista vida fuera de la Tierra. Que no se me olvide: nuestro genio particular y eminente biólogo, Joan Oró, pensaba que la vida pudo llegar en forma de microorganismos que viajaban en meteoritos que impactaron en la Tierra (a esa teoría se la conoce como panspermia). Pero servidor le leyó una entrevista en La vanguardia, cuando ya estaba en la edad provecta, en la que negaba la posibilidad de otras formas de vida en el Corral. Como hemos visto hasta el cansancio, la cosa da para todo, pero no resuelve nada o casi nada.

En mi humilde y miserable opinión llevan razón, entiendo que con la cantidad casi infinita de estrellas y probables planetas asociados, es correcto concluir que tiene que haber mucha vida por ahí, y en distintas fases de evolución. Por huevos -argumento científico donde los haya- tiene que haber pedruscos por ahí en los que haya tipos que nazcan, se auto repliquen, metabolicen y tal. Una opinión que comparto con no pocos científicos e intelectuales. Con todo, es muy difícil que esos bichos se parezcan a nosotros (bueno, al cuñado tal vez sí…), y que haya muchas formas de vida avanzada por ahí del Corral. El 95% de la vida del Universo sería solamente en forma de bacterias y demás bichos microscópicos, al igual que sucede en la tierra (Luminet). El contacto con otros tipos avanzados sería otro mazazo a las doctrinas de las diversas religiones, que ponen al ser humano en la cúspide de una supuesta Creación, con todo el Circo girando alrededor de él. Y no olvidemos que en el mundo mundial hay mucha gente que cree en la existencia de los extraterrestres, y aventura infinidad de hipótesis. Casi la mitad de los estadounidenses, según las encuestas, creen que los ovnis son reales y que su gobierno lo sabe y lo oculta celosamente (Gardner). Al bombardeo se suman científicos de la talla de S. Miller, el cual considera bastante razonable que haya seres inteligentes y civilizaciones circulando por ahí. (Por “por ahí” debe entenderse “por el quinto recarajo de la leche de lejos”. La precisión científica ante todo).

Con todo, la razonable posibilidad de existencia de otros bichos digamos avanzados pululando por ahí, no resuelve el meollo de la cosa. Uséase: ¿De qué sirve/importa intuir que en un planeta situado a 1.000 millones de años luz de distancia puede haber unos tipos que beben gintónicos y leen poesía simbolista?, (hechos ambos demostrativos de un alto grado de evolución). Pues qué bien, qué bonito, que les aproveche y a disfrutar que son dos días; ¡Ah, y no tiren basura al Cosmos: mantenga limpio el Cosmos! Aun así,

Para acabar este rollo verbenero vuelvo a una inquietante pregunta que formulé al principio: ¿por qué damos por supuesto que unos bichos de una civilización tecnológicamente muy avanzada vengan a la Tierra a ayudarnos y/o a pasar unas vacaciones? ¿No cabe la posibilidad de que vengan para aplastarnos y colonizar la Tierra en beneficio propio? Más vale estar calladitos, no hacer mucho ruido, ni enviar sondas al séptimo pino con la voz de Madonna, la Declaración de los Derechos Humanos y unas entradas para Disney World. Pasar desapercibidos en este Universo traidor e inmisericorde es hacer gala de una elemental y más que razonable prudencia. Por desgracia, llevamos 100 años y pico enviando señales electromagnéticas al espacio. Oración, despedida y cierre. Y que ustedes lo pasen bien.  

De postre les dejo este vídeo con un extraterrestre en plan neo-rural: