Las rutilantes estrellas del espectáculo. Una visión personal (7)

Las rutilantes estrellas del espectáculo. Una visión personal (7)

divendres 10 de juliol 2015 - 17:15 a dimarts 01 de desembre 2015 - 19:45
Las rutilantes estrellas del espectáculo. Una visión personal (7)

Más nos vale cuidar la Tierra en vez de destruirla y después emigrar a supuestos planetas habitables. El horror y el vacío  son los señores del Universo. (Proverbio altomedieval andorrano).

(Esta bonita foto capta al cometa Halley en su eterno periplo por el sistema Solar).

 

A modo de conclusión del sainete estelar, insisto en un aspecto relevante: la muerte de las estrellas nos interesa mucho porque es la génesis de otras estrellas, planetas y por ahí.

Pero no solo de estrellas vive el Universo. También alberga una cantidad no despreciable de materia fría: planetas, asteroides, polvo interestelar, pedruscos y demás. Y, mira por dónde, nosotros ocupamos uno de esas esferas de materia fría, la Tierra. Da un giro completo alrededor del Sol una vez cada 365 días y pico, es el tercer planeta más interno del sistema Solar y se beneficia de su distancia equilibrada respecto al Sol para propiciar unas condiciones física que están en la base de nuestras formas de vida. Nació hace unos 4.500 millones de años y, tras épocas turbulentas, caóticas y violentas, ahora goza de una tranquilidad envidiable. No voy a extenderme en su agitada historia, ya que ese es un ámbito de la geología; pero algo habrá que decir… Es muy posible que en aquellas lejanas fechas, una supernova petara en un rincón perdido de la Vía Láctea y produjera una nebulosa gigantesca de polvo y gas intergaláctico. Ipso facto, y gracias a la socorrida gravedad, empezó la contracción de la materia de esa nebulosa alrededor de masas centrales altamente energéticas; siendo una de ellas,  bastante densa, la que centró y atrajo el porrón de masa y gas que pululaba por los alrededores. Ese pudo ser el nacimiento del sistema Solar y con él la Tierra.

Por aquel entonces la Tierra era un amasijo de gases, rocas y otros elementos, y empezó a orbitar alrededor el Sol modelando una forma esférica fruto de la rotación sobre sí misma y la velocidad. Pero no se vayan a creer que la cosa era placentera. Ese nuevo planeta era un auténtico infierno: temperaturas brutales, presiones gigantescas en la corteza, convulsiones violentísimas, inmensas masas de rocas en movimiento, lava brotando salvajemente por la corteza (terrazas del Decan, en India, por ejemplo…). Un cacao de no te menees. Hubo de pasar mucho tiempo (unos 1.500 millocejos de años de nada) antes de que la materia de la Tierra se fuera enfriando, aposentando y adoptando modales menos bruscos. Por el camino, la Tierra parió a la Luna, tras el choque de aquélla con un bicho muy gordo que después se fue a otro quinto pino.

Paralelamente, una nube de gases se consolidó alrededor de la corteza terrestre, formando la primitiva atmosfera. Mezcla de gases altamente venenosos. De entre ellos destacó el dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que calentó la cosa, y sentó una de las bases para la aparición de la vida. Pero habría que esperar una miaja más para que se consolidara una precisa mezcla de gases que permitiera a los bichos animados vivir en ella. La cosa tiene su enjundia y su maravilla: si esa atmosfera tuviera una composición ligeramente distinta, ni yo estaría escribiendo estos rollos tibetanos ni ustedes tendrían que soportarlos ni Montoro nos podría subir el IRPF. No existiríamos. Así que la vida se produce aprovechando una estrechísima franja de condiciones físico-químicas favorables, altamente singulares. Por supuesto que la formación de grandes masas de agua será otro factor determinante en la aparición de la vida, por supuesto. 

Un fenómeno vistoso,  colorista y espectacular que nos depara de tarde en tarde nuestro espacio circundante es la visita de un cometa. No creo que haga falta recordar la famosa estrella de los Reyes Magos, para entender el alto valor simbólico que todas las civilizaciones han dado a los cometas. Y siempre que ha aparecido alguno por el cielo, defecando leches, se ha considerado augurio de algún evento próximo: algo estaban cocinando los dioses de turno para castigar a los miserables humanos. ¿Quién no conoce el cometa Halley y sus periódicos acercamientos a la Tierra? Por cierto, en el tapiz de Bayeux -una insuperable joya románica que narra la conquista de Inglaterra por los normandos- está representado el cometa Halley, el cual es observado con temor por el pueblo. ¿Que cómo se sabe que era el cometa Halley el que vieron los cafres normandos? Muy sencillo: el Halley completa una órbita solar cada 76 años, por lo que se ha podido calcular que cuando se hizo el tapiz, el Halley pasó cerca de la Tierra. Y como fin de fiesta, les dejo una canción de Roger Daltrey, el líder majara de los insuperables The Who. Que ustedes lo pasen bien y que el calor no les haga sufrir. 

https://www.youtube.com/watch?v=uiTgbbN5Nk4

Comparteix-ho

Sobre l'autor

imatge de salmar2
Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
Segueix-me :

Altres entrades del autor