No le den más vueltas, al fin y al cabo solo somos una forma rarita de energía.

No le den más vueltas, al fin y al cabo solo somos una forma rarita de energía.

diumenge 30 d'octubre 2016 - 15:45 a dimecres 31 de desembre 2881 - 13:00
No le den más vueltas, al fin y al cabo solo somos una forma rarita de energía.

Es decir, el universo se está acelerando, y que no se esperaba, pero ahora se atribuye a esta sustancia misteriosa llamada energía oscura que parece compensar alrededor del 70 por ciento del universo. (Adam Riessn).

(Éramos pocos y parió la abuela, reza la sabia máxima. Ahora resulta que la gigantesca e inmensurable cantidad de energía observable es una minucia en comparación de la oscura. Vamos bien, para ir a Reus).

 

(En este bonito gráfico se observan las proporciones los principales ingredientes del Universo).

Marchando. Dejé la cosa en que la materia tangible y palpable también era mínima en la composición del Universo. Remato la cosa y a continuación me meteré de cuatro patas en otro misterio misterioso: la energía oscura.

Del  4% de materia y energía mensurable sí que sabemos algunas cosas. El 75% de ese 4% es hidrógeno, el más ligero de todos los elementos que componen cualquier forma de materia. El 24% de ese 4% es helio, el segundo en ligereza de todos los elementos naturales. Y el 1% restante corresponde a todos los demás elementos naturales (del litio al plutonio, 116 elementos; de estos, el oxígeno y el carbono son los más abundantes. Una cagarruta de mosca perrera, con todo). Esta composición no podía ser de otra manera, ya que al nacer el Universo tenía que empezar por los átomos y moléculas más sencillas, pues la cosa estaba muy jodida: energía brutal petando hacia quién sabe y una tímida materia asomando la cabeza tras pedir el pertinente permiso.

El hidrógeno es el componente básico de las estrellas, donde se mantiene en estado plasmático –mezcla de los tres estados de la materia: sólido, líquido y gaseoso- y sus átomos bullen y chocan como locos, produciendo helio. En este proceso de transformación se libera una alta dosis de energía fotónica, definitoria de las estrellas: objetos masivos autoluminosos. Cabe concluir que en las estrella se cuece toda la materia y casi toda la energía visible del Universo.

Una derivación interesante de la cosa,  que el Universo tal y como lo vivimos depende de valores afinados al milímetro. Y si cualquiera de esos valores fundamentales fuera ligeramente distinto al actual, el Universo sería otra cosa y nosotros no existiríamos (Rees). Verbigracia: en nuestro Universo en fundamental y definitorio que el hidrógeno se convierta en helio y que en ese proceso libere energía fotónica. Pero esa conversión se ajusta a una proporción absolutamente precisa. Una variación infinitesimal de la proporción entre el hidrógeno y la energía desprendida al producir helio, impediría tal reacción nuclear; por lo que en el Universo solo habría hidrógeno inerte, y santes Pascues (Bryson). Reflexión personal: estamos aquí de casualidad; pues nuestra existencia se cuela por rendijas universales pequeñísimas. Pura chiripa, si se me permite la expresión.  

Pero la cosa no acaba aquí; ¡qué más quisiéramos…! Se ve que la energía que mueve las bolas del Universo, hace petar a las estrellas y lanzar chorrazos  de rayos gamma y demás a los bujeros negros y otros bichos poco recomendables, también es mínima en comparación con la energía oscura. Hay que tener imaginación para hacerse una idea del capazo de energía oscura que circula por ahí.  El 70% del Circo –ya lo he dicho- pertenece a esta energía, de la que poco se sabe. Sí, se supone que es la responsable de que el Universo se expanda a toda leche y que las galaxias salgan pitando hacia ningún sitio; pero poco más. Conclusión deprimente: por mucho que se empeñen los matemáticos y los físicos, prácticamente no sabemos nada de nuestro Universo. Se estira como la goma de un globo, y cada vez más deprisa (Michael Turner); debido, como estamos viendo,  al mogollón de energía oscura que tira p’alante (que no sé qué quiere decir, francamente). Corolario: como siempre, utilizamos un eufemismo –oscura- para significar que vamos más perdidos que un pulpo en un garaje.

Más madera. La energía energética –oscura o luminosa- es la que mueve todo el Corral de manera frenética y sinsentido, sin propósito alguno. Sin propósito alguno. Aprovecho la ocasión para recordar que ciencia que estudia las diversas formas de energía y su transformación pen calor es la termodinámica; fastuosa y refulgente ciencia. La energía suele identificarse con el trabajo,  la base primordial de la termodinámica. Y el trabajo se entiende como el movimiento contra una fuerza. Verbigracia: para levantar un gato o minino (lo más sencillo del mundo), tenemos que vencer a la fuerza de gravedad que tira p’abajo. Y ese esfuerzo es trabajo y, por ende, exige el empleo de una energía, que en este caso es mecánica, producida por los músculos de los brazos. ¿Sí?

En muchos casos, la energía se manifiesta acaba en forma de calor, que es la transferencia de energía entre cuerpos de diferente temperatura. La calórica es la menos noble de las energías; la última de sus transformaciones. No obstante, no sabemos cuál es la naturaleza natural de la energía, y nos tenemos que contentar con definirla en función a sus efectos o manifestaciones. Y fíjense cómo será la cosa que en el mundo subatómico, que es el que mola y corta el bacalao de todo, hablamos de partículas –bosones- portadoras de energía. No de la energía en sí.

Que no se me olvide: desde Einstein sabemos que existe una equivalencia primigenia entre energía y materia. Su elegante y genial fórmula es hoy dogma científico (si se me permite ese oxímoron): E=mc2. Esto es, que la energía contenida en un objeto material (con masa) es igual a dicha masa multiplicada por el cuadrado de la velocidad de la luz. ¡Ahí es nada! En el Principio de Todo, solo había energía, que fue produciendo masa por un tubo a medida que se fue enfriando la cosa. (Antonio Acín).

Steve Wonder​ siempre suena bien; y en comandita con ​Paul ma​c Cartney, roza la perfección.

https://www.youtube.com/watch?v=CmALA8miQY8

 

 

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Sobre l'autor

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Salvador Martínez. Jubilado inquieto y curioso, que se pasea por una de las más apasionantes fronteras del conocimiento humano. Ante notario ha dejado escrita la frase que debe esculpirse en su lápida funeraria: "Aquí yace un tipo que dedicó su vida a comprender este mundo y sus alrededores. Fracasó." Y otra debajo: "Es la primera vez que hago un viaje sin tener ni idea de adónde voy"
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