(En este bonito mapa se ve la distribución de un haplogrupo específico, estirpe/linaje génico, por Eurasia).

En el artículo anterior acababa haciendo una digresión, para mí necesaria, sobre la relación entre racismo y homofobia. Me interesa ahora centrar la lupa en las bases doctrinarias del racismo y sus derivados. Corto y raso: los racistas basan sus teorías en que hay grupos humanos totalmente diferenciados biológicamente de otros, a los que llaman razas. Una serie de compartimentos estancos, sin mezcla con otros, frecuentemente establecida por el dios de turno. Las razas se organizan según una jerarquía precisa: de las más exitosas y poderosas, a las menos hábiles. Los racistas retorcieron la visión de Darwin dando lugar al segundo paso: las primeras, las superiores, tienen derecho, natural o divino, a sojuzgar y explotar a las segundas. Que para eso está el racismo, para joder al personal. Pero la Ciencia, con mayúsculas, ha hundido esas mezquinas teorías.

 Para empezar con rigor hay que definir haplogrupo, del cual me parece que ya he hablado en otro lado, o hablaré más adelante... Veamos las definiciones que encontramos en Internés: Un haplogrupo es, en el estudio de la evolución molecular, un grupo grande de haplotipos, que son series de alelos en lugares específicos de un cromosoma. ¿Qué, se han enterado de algo? Pues así con todo. Por eso hay que recurrir a los talentos de la cosa genética para tener una idea clara. Un haplogrupo sería algo parecido a un linaje, una gran agrupación de humanos diferenciada de otras por características específicas, diferenciales. Pero no totalmente diferente, añado. Un asturiano descendiente de generaciones de asturianos formaría parte de un haplogrupo  específico diferente del de los magrebíes, por ejemplo.. Y ya no digo un morrosco levanta-piedros vasco, que son arios y con su propio Rh.

Con todo, las personas no pertenecen a un único haplogrupo, sino que tienen mezcla de varios de ellos; siendo uno de ellos el que más abunda en su genoma. Es decir, que estamos todos más o menos mezclados genéticamente. Los haplogrupos más interesantes desde el punto de vista genético son los que surgen del cromosoma masculino Y, y del ADN mitocondrial femenino. Los subsaharianos pertenecen todos a tres haplogrupos mitocondriales: L1, L2 y L3. Y el resto del Mundo mundial se encuadra en dos sub-haplogrupos derivados del L3: M y N. Moraleja: lo de las razas superiores se va al carajo, pues no existen y todos estamos barrejados. Además, los racistas confunden biología con cultura; y eso es de imbéciles. Segundo misterio de Gloria. Todos nosotros descendemos de unas señoras que vivieron en el este de África o por ahí hace unos 100.000 añejos de nada. (La Eva mitocondrial es su metáfora, que no su realidad).

En cuanto a la parte masculina del legado genético, la mayor parte de los cromosomas y sus mutaciones permanecieron en África. Tan solo los individuos que poseían una mutación específica del cromosoma Y, la M168, salieron de África, formando otro haplogrupo. ¿Qué por qué esos y no otros? Muy sencillo: pura chamba, churra y chiripa, en términos científicos. Azar y necesidad, tal y como la conjugaba el viejo Monod. Pero, cuidado: los tipos con la M168 en el genoma salieron de África con las señoras de los sub-haplogrupos M y N. Juntitos y revueltos. De haber sido de otra manera, hoy seríamos distintos. No hay vuelta de hoja: solo se describe lo que sucedió y no lo que predican los vende-motos de todo pelaje. ¿Sí?

A partir de ahí, la especie sapiens-sapiens se ramifica desde estos orígenes, formando muchos sub-haplogrupos diferenciados (estirpes, etnias…); los cuales se fueron diferenciando a medida que colonizaban el Mundo. He leído en algún especialista que eso hizo que los sapiens-sapiens que emigraron siguieran una línea evolutiva distinta a los africanos que se quedaron en casa. La cosa debe aclararse: las líneas evolutivas distintas solo hacen referencia a diferencias morfológicas. Pero las capacidades cognoscitivas son idénticas en todos los bichos humanos: la cocotera y la sesera es la misma; y sus potencialidades, también. La diferencia es el medio social/cultural en el que se desenvuelve el bicho humano. Y no hay más que pelar. Repito: cuando nosotros, los superiores caucásicos comíamos mierda cruda -5.000 años aC.-, en Egipto a Mesopotamia o la cuenca del Yang Tsé o del Indo, comían con cuchara y dormían en camas. Así que…

La curiosa característica común a ambos portadores –ADN mitocondrial y cromosoma Y, de replicarse sin taras- ha permitido a la genética evolutiva echar p’atrás, contar el número de copias y llegar hasta unas señoras valientes, como ya he dicho, que vivieron hace unos 80 mil años, y de la cual descendemos todos los que salimos de África por aquellas fechas; y algunos de los que se quedaron… El ADN es una ventana de precisión que tenemos abierta para entender el pasado de la especie (Pit). Y esta, como otras mutaciones, se puede detectar en la mayoría de los grupos étnicos actuales. Es decir, que un danés, amén de pertenecer al haplogrupo nórdico, también presenta caracteres correspondientes a otros: al de los bantúes, un suponer. En otras palabras: no hay un solo individuo que sea puro, ario, sin presencia de genes y mutaciones presentes en otras etnias. Ni hay, por tanto, condición génetica que sea la causa de un mayor o menor adelanto técnico/cultural.

Nilsson​ imprimió un alma indeleble a Cowboy de medianoche.

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